Camina distraídamente por el borde de la plaza cuando alguien al pasar lo detiene para preguntarle por una dirección. Será cosa sencilla responderle, ese lugar está muy cerca de donde ellos se encuentran ahora. Por eso de inmediato se da la vuelta y, en diagonal y a través de los árboles, señala un punto visible, unos cien metros más allá.
Desde que su cuerpo inició el movimiento giratorio, mientras extendía su brazo, hasta que su dedo acabó de alinearse al objetivo, e incluso ahora, ya pasados los primeros instantes de quietud de su nueva postura indicante, ha estado pensado en qué va a decirle al otro, las pocas palabras que resumirán la información pedida.
Podría por ejemplo decir: "Alli, donde apunta mi dedo".
O: "A mitad de esa cuadra".
O: "Es el edificio que está al costado de la iglesia".
Pero en cambio queda mudo unos instantes.
Ha formulado en su conciencia esas tres frases pero no logra articular palabra. Como si esas respuestas tan simples, no idénticas pero tan parecidas en su sentido, pugnaran por salir de su boca al mismo tiempo y la imposibilidad de decidirse por una sola lo paralizara: tres frases como vacas bobas atascadas en la manga.
Si me habrá sucedido...si habré creído que mis extremidades, mi andar, mis pensamientos provinieran de algún otro lugar...sin especificar, sin detenerse.
ResponderEliminar(Es que muy a menudo nos sentimos ilesos de cuanta sensación nos corroe el alma)
Somos un poco acuciantes, somos otro poco inesperados...otro poco desconocidos.
Amo tus entradas y las extraño mucho cuando no se renuevan, cuando no puedo asirme de tu solidez y ternura a la vez.
Te beso Rob
Que bien escrito Rob!!!
ResponderEliminarA veces necesitamos filtros.
Yo me escucho ( desde unos 10 metros -mi modesta tecnica para evaluar los juegos que mi mente me plantea) y cuesta creer lo que ella (es decir yo) ha dicho.
El problema es que -claro está- siempre llego tarde
Maravilloso, simplemente. Me hizo recordar mucho a algunas descripciones lentísimas de Saer. A esa increíble capacidad por estirar los segundos a través del lenguaje. Que es, al fin y al cabo, una esperanza de que el tiempo sea un poco más indulgente con nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo.
es cierto, a la otra de mí le pasa seguido
ResponderEliminarhola Rob.
ResponderEliminarTraté de hacer memoria... pero no, no recuerdo esa situación. Más bien creo que vomitaría las tres en una fracción de segundo. Es que yo nací sin fitros.
Me maravilló el texto y también los comentarios, cómo hablan de cada uno. Uno más enriquecedor que el otro (la calidad del posteo genera el clima).
ResponderEliminarMe ha pasado, sí, y también opto por el silencio. Tendría que practicarlo más seguido, quiero decir, detenerme y elegir las palabras, tomarme mi tiempo. Hay respeto en ese tiempo. A veces contestamos enseguida, como si la velocidad de réplica fuese sinónimo de inteligencia.
Una poesía del instante que por no consumado se vuelve denso.
ResponderEliminarA veces me pasa en los semáforos hasta que algun bocinazo (o insulto) me devuelve a la relidad.
Saludos.
Claro Maia pero no siempre tenemos ese tiempo. Es más, me quedo con la curiosidad de si el interlocutor es de esos amables que se te quedan mirando con una sonrisa cálida o de los que presionan por una respuesta como si brindarla fuera nuestra indeclinable obligación. Pero los más lindos de todos son los que se contentan con el gesto, y sin mediar palabra se dirigen a donde apuntaba nuestro dedo, porque a esos, justamente a esos, se los puede dejar ir unos 10 metros para luego correrlos, tomarlos de la manga y decirles: "Es el edificio que está al costado de la iglesia"
ResponderEliminarA veces la presión de dar un buen servicio a un transeúnte es tan atroz que a uno le estalla la cabeza en mil pedazos.
ResponderEliminarCleo: ayayay, esos elogios seguro no los merezco. (Pero igual los recibo feliz.)
ResponderEliminarMary: eso de llegar tarde tampoco me es ajeno, casi parezco una contraprueba del darwinismo.
Curiyú: no fui consciente mientras lo escribía, pero ahora también yo veo una clara influencia saeriana (salvando las enormísimas distancias de calidad).
Madame: benditos sean los desdoblamientos.
Nina: valientes los que viven sin filtros.
Maia: diste en el clavo, la calidad de mis comentaristas me enorgullece (pero ojito que yo fui muy hábil para buscármelos, n'est ce pas?)
Opi: mejor no cuento mis distracciones al volante para no sembrar el pánico.
Erdös: Ud. me supera largamente.
Orlok: estamos en el mundo para servir bien al transeúnte, entre otras cosas...
Faaaaaa.....!!!! Qué ego!
ResponderEliminarPero tiene usted razón: se ha buscado usted solito los comentaristas...
La sin filtro
... o como en una película muda, sí me pasa muy seguido, siempre acompaño el gesto con una pequeña sonrisa.
ResponderEliminarRob, yo sólo elogio lo elogiable.
ResponderEliminarBeso
Siempre será mejor el modesto intento de verse desde arriba, la torpeza de quedarse sin palabras, el truco barato (que buena banda aquella!)de mirarse desde arriba, que usar los métodos madrileños para indicarte cómo llegar:
ResponderEliminar"todo recto, todo recto, hasta que veas la calle del Torrejón: allí no es. Cruzas la plaza y verás el cartel jadrines de sabattini, pues ahí no es. Coges a la derecha veinte minutos y te toparás con el metro Argüelles: no lo cojas, que no te lleva...."
Y así girará uno, compadeciéndose, como mirándose desde arriba, dando vueltas en espiral en una ciudad caracol.
Nina: trato de que el ego no se me note, por lo visto fallé...
ResponderEliminarcr: buena tu técnica, probaremos agregar sonrisa la próxima vez.
Cleo: sin duda; por eso mismo yo sólo espero seguir estando a la altura.
MY: maravilloso, aunque creo que me costaría reprimir la carcajada al tercer "pues ahí tampoco es"
"La altura" a la que hacés mención, no se puede fabricar, se nota inmediatamente.
ResponderEliminarHay muchas personas que se esfuerzan y se exprimen a los fines de parecer sensibles, profundas, cultas y fallan desde el intento.
Vos, Rob, no pergeniás tu talento, sólo lo mostrás.
Te beso amici
¡Cuánto se mueve en esos instantes que parecen congelados!
ResponderEliminarPrecioso texto.
Rob K: Lo he leído en lo de Maia y me atrajo su forma poética en el comentario sobre "duermevela", entoces vine a curiosear y me gustó lo que leí, así que seguiré visitándolo.
ResponderEliminarCon respecto al texto de Juegos, le digo que estuve viviendo la escena con su relato y allí donde debería saber qué decir, quedé muda.
Nunca me pasó en la vida real, pero se vé que sí puede pasarme en la ficción.
Lo que no pude imaginar es a las vacas bobas atascadas en la manga porque empecé a sentir pena.
Me recordó el relato que hace Zitarrosa del matadero.
Eso de que las frases se agolpen es muy cómico. Muchas veces me doy cuenta de que, al encontrarme con alguien, digo "¿Cómo hacés?" ( mezclando las famosas "¿Cómo estás?" y "¿Qué hacés?")
ResponderEliminarTambién es muy común que diga "Espará", que es la mezcolanza de "Esperá" y "Pará".
Tengo la teoría de que, si uno ensaya lo suficiente, puede terminar aprendiendo arameo sin darse cuenta. Es una cuestión de fe.
Salud.
Condesa: tenés toda la razón, es una cuestión de escala, se nos pasa normalmente inadvertida.
ResponderEliminarMaría C: bienvenida, ante todo. Sí, el destino de las vacas verdaderas da pena, pero no la sienta por las mías que son apenas virtuales, ya se habrán desatascado y seguirán por ahí.
Roger: acertadísima teoría, porque si uno tiene verdadera fe no solo puede aprender el arameo sino más aun, puede creer que realmente lo domina, aunque lo que hable suene más tirando a urdu.
(Estimado Xim: no veo que este sea el lugar para dirimir tu inquietud.)
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