miércoles, 19 de enero de 2011
Ámbitos
La habitación tiene tres paredes blancas, una pared rosada, techo blanco y piso de mosaico rojo. Hay dos camas metálicas y dos sillas. El compañero circunstancial de T. es J., un español de 88 años, lúcido y afable. A J. le diagnosticaron cáncer de pulmón, el médico se lo comunicó cuando él estaba a solas. Ese día J. perdió el apetito, me lo dijo cuando le pregunté por qué había comido tan poco. Estaba triste, aunque apenas lo expresaba, según su modo reservado de hombre sencillo. El médico, un sesentón que es el jefe de este sector, tiene un trato displicente y hasta soberbio, por lo sucedido con J. se ve que ser delicado con los pacientes no es su distintivo.
Con J. he mantenido algunos diálogos entretenidos, de hecho he hablado más con él que con T. A T. a veces le entiendo sólo las palabras y me quedo en ayunas con el probable significado, poco a poco se va alejando hacia un mundo donde rige otra lógica.
En este tiempo he perdido y recuperado varias veces mi verdadero nombre, he tenido uno y hasta dos inexistentes hermanos y he vuelto luego a no tenerlos, he sido alternativamente su hijo, uno de sus hermanos o un desconocido, pasé de ocupante de su casa a huésped bienvenido, he cambiado estudios y profesiones. No sé en cuáles otros papeles me habrá imaginado mientras en silencio fijaba en mí la mirada.
Hoy a las dos y veinte de la tarde viene un enfermero y nos dice que la ambulancia que llevará a T. de nuevo a su casa nos está esperando. Han sido diez días de hospital esta vez. Yo me despido de J. y al hacerlo veo que se le nublan los ojos, nos desea suerte - salud - y yo a él.
Para T. empieza ahora una vida muy diferente de la que llevaba hasta hace apenas un mes, una vida en la que deberé ser yo quien tome por él las decisiones.
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Paso, dejo mi huella que es inexistente ante la situación de vida que se transita en este relato.
ResponderEliminarSe que no es ficción -o sí-...mejor dejemos que los demás se despisten un poco, como nosotros cuando sabemos de nuestra finitud, cuando entendemos que los ojos que nos miran, tal vez no nos ven.
Y la rueda gira, Rob. Siempre.
TQM
Abrazos y a tu disposición, amigo.
Para T. y para ud. empieza ahora una vida diferente. Serán tiempos difíciles y se debatirá entre la pena, la bronca, la angustia y la impotencia.
ResponderEliminarTodo parece mucho y todo parece poco.
Perdone la autoreferencia, pero sé de qué habla
Un abrazo
la vida, las pequeñas cosasa y las grandes decisiones, todo es amplificado por mil cuando la vida comienza su último y vertiginoso descenso, ese que hace que se vea el fianl incluso mucho antes de que llegue...
ResponderEliminarsuerte, valor, paciencia y serenidad en la toma de decisiones
salu2
Escribís, y es como si hubieses escarbado hasta el hueso en mi carne. El texto está impregnado de un dolor que te deja la garganta llena de esquirlas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que momento he elegido para conocer su espacio, mi viejo! Mi fé últimamente viene vapuleada, pero ruego a Dios que les dé la entereza y temple que se precisan en estos momentos, tanto a usted como a J. y a T.
ResponderEliminarSaludos.
Saber en que momento te acecha la muerte ,, nos hace revivir una vida que estubo muerta,,, no importa el tiempo lo que importa es la calidad de el.
ResponderEliminary en cada paso de esa calidad cada uno aprende tu ironica moraleja.
saludos a todos .
Ufffff, vivir de eso se trata por más que a veces nos resulte una pesadilla.
ResponderEliminarBesos y mucha fuerza para continuar con paso firme.
No queda mucho espacio mas que para el abrazo (virtual) y mis oraciones que comprometo. Para que en todo ese dolor haya un aprendizaje y la posibilidad de experimentar la cercanía de la cruz.
ResponderEliminarSaludos.
Rob, ya leí 2 o 3 veces el texto, y me he ido sin comentar por sentir que cualquier cosa que te diga no servirá de mucho. He pensado más de una vez cómo me irá a mi en tu situación, en mi caso con mi mamá, y espero, cuando eso pase, ser fuerte, aunque a veces creo que quizás sea ella quien me tenga que cuidar nuevamente a mí. Creo que el crecer y el ver a nuestros viejos envejecer debe ser de las cosas más tristes de la vida. Un beso, Rob, me voy con congojita.. ando tristonga y se me pegan las tristezas de otros, y tu post fue tan sentido que me llegó mucho.
ResponderEliminarCuidate mucho.
Me pasa como a los demas, te leia y se me enturbiaba la lectura con un aguita molesta...
ResponderEliminarAsi son las cosas, amargas, borrosas.
A cuidar de T y a saber que la vida es asi, solo que no nos avisaron y nos comimos la coleccion de Los Hollister cuando eramos chicos.
Te abrazo fuerte Rob. Todo saldra bien, salga como salga, si logras comprender la experiencia.
que triste poder sobre otro
ResponderEliminarun beso Rob
pasa por mi blog cuando puedas, hay un premio para tí
ResponderEliminarsalu2
Cómo andamos?
ResponderEliminarme olvidaba, un beso.
ResponderEliminar(Ante todo gracias a todos por el tono de sus respuestas, la buena onda de Uds. se ha hecho sentir, me emociona y la agradezco. Pasó mi catarsis, la tormenta amainó, la vida sigue.)
ResponderEliminarCleo: tu huella existe y se lee, no importa el relato.
LCS: leí tus palabras de entonces, y me conmovieron ahora.
Ismael: ¿cuánta realidad podemos soportar?
Curiyú: ... y uno es sólo espectador, finalmente.
REP: seguimos, pues, y
Viejex: sepa disculparme, le prometo mejor ánimo la pròxima, y bienvenido.
Lauviah: siempre aprendemos, pero ¿cuántas de estas lecciones nos faltarán aun?
Opi: tus oraciones han hecho efecto tangible.
Bryn: despéguese de mi bajón, que ya va pasando.
MY: discúlpeme esa agüita ocular inducida, no era la idea.
Mary: yo tampoco lo entendía, hasta ahora.
(ismael: gracias, amigo, ya paso.)
Bryn: "... E la nave va"
Un abrazo a cada uno de Uds., de corazón.
Un abrazo, y un beso. Y elijo no despegarme, eso de compartir sentimientos ayuda a veces..
ResponderEliminarDulces, sueños, Rob.