En la familia de aquí se decía que G., hermano de mi abuelo y del abuelo de A., y al igual que ellos nacido en un pequeño pueblo de Sicilia, había sido anarquista. Había llegado a la Argentina, a principios de los años treinta, huyendo tras matar a un hombre que lo amenazaba por ser G. antifascista. El largo brazo del duce lo había recapturado en una ciudad del sur bonaerense; G. no se había resistido, no obstante ser - se afirmaba - un excelente tirador. Tras ser devuelto a su patria y a fin de escapar a las crueles cárceles fascistas o incluso al fusilamiento G. se había fingido loco, logrando de ese modo acabar sus días en un psiquiátrico.
Triste destino de un hombre íntegro. No dejábamos de sentir un cierto orgullo al saber que para ese tío abuelo nuestro los ideales habían valido más que la libertad.
Hace unos meses, viajó A. al pueblo de nacimiento de nuestros abuelos. Hablando con los de allá del común antepasado G., le refieren una historia ligeramente diferente. G., dicen los de allá, no había sido anarquista, tampoco había matado a nadie por razones políticas o en legítima defensa. Consignan en cambio que G. había sido colaborador o miembro pleno de cierta sociedad secreta originaria de la isla (y célebre también fuera de ella). Aseguran además que alguien había amenazado a G. con denunciar a la policía ese vínculo, amenaza cuya posibilidad de concreción G. juzgó prudente cancelar. G. - recordemos - era un excelente tirador.
Si se prescinde de las pequeñas diferencias mencionadas, podría afirmarse que ambas historias, en lo esencial, cuentan lo mismo. O casi.
Curiosa historia amigo Rob, aunque las dos evoluciones del personaje, tienen un toque romántico, yo personalmente me quedo con la primera, que es más de otra epoca, es más algo que se ha perdido, pero la segunda, hoy por hoy sigue de plena actualidad...
ResponderEliminarun abrazo
De las dos formas, el tipo se las trae. Digamos que es un capo, dejando de lado las connotaciones itálicas (o sicilianas?).
ResponderEliminarPero debo decir algo, y no te ofendas pensando que es burla o juicio ligero: creo que Borges se hubiese sentido bastante nervioso si hubieses sido un contemporáneo. Esto puede parecer una herejía, sin embargo no lo es, a mi modesta forma de ver las cosas.
Espero que Borgie, tampoco se esté retorciendo en su lecho, no sería justo, tu relato me parece impecable y es de esos, como les gustaba a él, que obligan al lector a no quedarse quieto.
Un abrazo.
Digamos que G. no era un tipo al que contradecir, eh?
ResponderEliminarBellísima crónica familiar, si es cierta y si es mentira.
ResponderEliminarEso no quita lo importante, que era un excelente tirador!
ResponderEliminarNo se si disfruto más de sus escritos o de los comentarios que originan, qué lujo pasar por aquí.
ResponderEliminarleamsi, la primera versión la dí por buena bastante tiempo, tanto que podría no tomar en cuenta la segunda. Abrazo.
ResponderEliminarCuriyú, no, para "capo" seguro no le daba... La comparación borgiana, caramba, ¿sugerís que JLB me plagió? ;). Abrazo.
Alelí, parece que no, tipo de cuidado. Beso.
Tres, rigurosamente cierta la primera y rigurosamente cierta la segunda, aunque no simultáneamente. Beso.
Luigi, yo prefiero creer que al menos eso era. Abrazo.
Maia, y a mí me complace tanto que Ud. me siga visitando. Beso.
Anarchía o Cosa Nostra.
ResponderEliminarPercorso simile, finale aperto.
Saluti.
Todo es cuestión de contar con los favores de nuestros futuros biógrafos.
ResponderEliminarSaludos.
Opi, blogger hizo desaparecer mi respuesta anterior, que olvidé. Entonces diré que lo esencial para nuestra fama póstuma es contar con un biógrafo benevolente.
ResponderEliminarSaludos.