lunes, 30 de agosto de 2010

Juegos

Camina distraídamente por el borde de la plaza cuando alguien al pasar lo detiene para preguntarle por una dirección. Será cosa sencilla responderle, ese lugar está muy cerca de donde ellos se encuentran ahora. Por eso de inmediato se da la vuelta y, en diagonal y a través de los árboles, señala un punto visible, unos cien metros más allá. 

Desde que su cuerpo inició el movimiento giratorio, mientras extendía su brazo, hasta que su dedo acabó de alinearse al objetivo, e incluso ahora, ya pasados los primeros instantes de quietud de su nueva postura indicante, ha estado pensado en qué va a decirle al otro, las pocas palabras que resumirán la información pedida. 

Podría por ejemplo decir: "Alli, donde apunta mi dedo". 
O: "A mitad de esa cuadra". 
O: "Es el edificio que está al costado de la iglesia". 

Pero en cambio queda mudo unos instantes. 

Ha formulado en su conciencia esas tres frases pero no logra articular palabra. Como si esas  respuestas tan simples, no idénticas pero tan parecidas en su sentido, pugnaran por salir de su boca al mismo tiempo y la imposibilidad de decidirse por una sola lo paralizara: tres frases como vacas bobas atascadas en la manga.

Y entonces procura el artilugio de verse desde afuera (¿quizás un poco desde arriba?) como si la escena le ocurriese a otro: modesto intento de escapar a los juegos que su mente,  a veces, le plantea.

domingo, 22 de agosto de 2010

Valor

(Contribuye a tu buen ánimo un atardecer de domingo que, por ejemplo,  tu equipo haya ganado. O que vos te hayas dejado ganar por un poema como éste de Erri De Luca. Disculpas si la traducción no está a la altura.) 

Considero valor cada forma de vida, la nieve, la frutilla, la mosca.
Considero valor el reino mineral, la asamblea de las estrellas.
Considero valor el vino mientras dura la comida,
una sonrisa involuntaria,
el cansancio de quien no se ha reservado,
dos viejos que se aman.
Considero valor aquello que mañana no valdrá más nada y aquello que hoy vale todavía poco.
Considero valor todas las heridas.
Considero valor ahorrar agua,
reparar un par de zapatos,
callar a tiempo, acudir a un grito,
pedir permiso antes de sentarse,
sentir gratitud sin recordar de qué.
Considero valor saber en una habitación dónde está el norte,
cuál es el nombre del viento que está secando la ropa.
Considero valor el viaje del vagabundo,
la clausura de la monja, 
la paciencia del condenado, cualquiera sea la culpa.
Considero valor el uso del verbo amar y la hipótesis de que exista un creador.
Muchos de estos valores no los he conocido.

Erri De Luca -  "Opere sull'acqua e altre poesie"



VALORE


Considero valore ogni forma di vita, la neve, la fragola, la mosca.
Considero valore il regno minerale, l'assemblea delle stelle.
Considero valore il vino finché dura il pasto,
un sorriso involontario,
la stanchezza di chi non si è risparmiato,
due vecchi che si amano.
Considero valore quello che domani non varrà più niente e quello che oggi vale
ancora poco.
Considero valore tutte le ferite.
Considero valore risparmiare acqua,
riparare un paio di scarpe,
tacere in tempo, accorrere a un grido,
chiedere permesso prima di sedersi,
provare gratitudine senza ricordarsi di che.
Considero valore sapere in una stanza dov'è il nord,
qual'è il nome del vento che sta asciugando il bucato.
Considero valore il viaggio del vagabondo,
la clausura della monaca,
la pazienza del condannato, qualunque colpa sia.
Considero valore l'uso del verbo amare e l'ipotesi che esista un creatore.
Molti di questi valori non ho conosciuto.

lunes, 16 de agosto de 2010

¿Cómo, Ros?

(Lo cuenta el sudafricano J. M. Coetzee, Nobel de Literatura 2003, en su autobiografía.)

Ros utiliza la misma navaja para castrar a los corderos. Él también observa ese acontecimiento. Acorralan a los corderos jóvenes y a las madres, y los meten en el cercado. Después Ros se mueve entre ellos, va cogiendo corderos al paso por las patas traseras, uno a uno, los sujeta contra el suelo mientras balan atemorizados, gimen con desesperación, y les abre el escroto. Agacha la cabeza, agarra los testículos con los dientes y los arranca. Parecen dos pequeñas medusas que arrastran vasos sanguíneos azules y rojos.

"Infancia", J. M. Coetzee
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