Puede haberlas leído, visto y hasta dicho cientos de veces, pero es recién hoy que esas palabras adquieren, de pronto y en otro idioma, un sentido que no había advertido. El caso es que los pueblos anglohablantes, cuando mentan el famoso flechazo de Cupido, aluden literalmente a una caída.
Aunque desconoce la validez lingüística de su deducción, la construcción to fall in love se le antoja reveladora. De inmediato ese verbo le dispara las asociaciones más evidentes y pueriles:
¿será el amor un tropiezo, un accidente?
¿una celada para incautos?
¿un foso, una prisión?
Una visión original del asunto está al comienzo de la canción "The Puzzle":
I walked into love. I walked into a mine field I'd never heard of.
El amor puede entonces ser también un campo minado. Y entrar en sus dominios es arriesgarnos a cada instante a ser destruidos por una explosión.
(Metáfora extrema, la de Ane Brun.)