viernes, 31 de diciembre de 2010

Doce

A la medianoche exacta todos nos apurábamos a comer las doce uvas que la tradición familiar mandaba. Con cada uva debía  pensarse un deseo, yo nunca era capaz de formular tantos. Pero sí  recuerdo  uno que se repetía cada Nochevieja: en el nuevo año debía cambiar, ser más obediente, más bueno, portarme bien. En la práctica ese noble propósito duraría apenas unas horas, a lo sumo un día, y ya entonces se haría evidente que yo no había cambiado y seguía siendo el mismo de antes.

Hoy nuevamente tocará repetir la tradición. Pero esta vez de mi parte no habrá deseos, no habrá promesas. Me concentraré en el gusto dulce de esas doce uvas.





Time may change me
But I can't trace time
I said that time may change me
But I can't trace time

viernes, 24 de diciembre de 2010

Contexto

La casa estaba por el oeste, según creo en algún lugar de Castelar lejos de la estación. Habíamos ido con el grupo del colegio a hacer una especie de retiro. 

En un momento libre, Luis, que era un poco mayor que nosotros y oficiaba de guía espiritual, tomaría la guitarra y se pondría a cantar, con voz afinada y potente, los temas que ya le conocíamos. Su repertorio estaba seleccionado con intención, respondía a una idea de justicia social que era cuestión central en nuestras charlas. 

Así pasaban entonces, entre las que recuerdo, la canción que evocaba la trágica figura de Camilo Torres, aquella otra que cantaba la joven Nacha (no hay que robar zapatos en los supermercados, rezaba el pegadizo estribillo), y naturalmente varias del joven León. Hombres de Hierro, por ejemplo.

Y ésta, que invariablemente nos conmovía:




(Que lo pasen lindo, les deseo de corazón. )

jueves, 9 de diciembre de 2010

Monerías

I.

Las ruedas embarradas del último organito
vendrán desde la calle buscando el arrabal
con un caballo flaco y un rengo y un monito
y un coro de muchachas vestidas de percal.

“El último organito” – Homero Manzi

(No podría decir nada acerca de ese caballo flaco, de ese rengo ni de esas coristas, pero sí tengo por seguro que el mono de esa célebre letra fue un exponente de la especie capuchino.)



Desde que el poeta lo nombró han pasado décadas. Hoy, a sus evidentes dotes circenses el monito ha incorporado otras facetas mucho más interesantes, considerado ese interés desde el utilitario punto de vista humano.

En recomendable sitio vecino acabo de desayunarme de la utilización habitual de monos capuchinos como eficaces ayudantes de pacientes cuadripléjicos. Esta especie de mono habita las selvas del norte de nuestro país y  pasa por ser la más inteligente entre las originarias de América. Tanto así que una organización estadounidense se ocupa de entrenarlos, y unos 7 años y 40000 dólares más tarde los animalitos serán capaces de convivir como infantes en casa de los pacientes y, por ejemplo, operar botones y perillas, calentar alimentos en un microondas, lavar la cara de sus amos o darles de comer en la boca.

Me entero también de que hace unos años se verificó, además de su capacidad para aprender el uso de utensilios y de superar el test del espejo (reconocer que su imagen reflejada en un espejo no es la de un rival e interactuar con ella, revelando un grado de autoconciencia ya cercana a la humana), que los capuchinos también podían llegar a comprender el abstracto concepto del dinero. En el curso de experimentos diseñados, uno de los resultados más sorprendentes - no buscado ni esperado - fue la comprobación, al menos en un caso, de un intercambio de dinero por sexo (la humana prostitución). Por cierto, la receptora de la paga la cambió sin demora por alimento, demostrando con esto hasta dónde llegaba su entendimiento de que la moneda sólo sirve cuando se la canjea por un bien aprovechable.

* * *

Si de dar al sexo un papel relevante en la cultura de la especie se trata, en el reino animal la delantera la llevan unos primates genéticamente muy cercanos al homo sapiens, los  bonobo, naturales del centro de África (y amenazados de extinción). 


Los bonobo tienen una actividad sexual incesante y además utilizan el sexo como vía de alivio de tensiones y solución de conflictos. Hacen el amor y no la guerra, literalmente. Sus contactos genitales reproducen casi todas las formas que conocemos los humanos, y comparten con el hombre algunos de sus tabús en la materia. 

Su ADN difiere del nuestro un 0.6 % (menos del 1 %), tal similitud hace que algunos expertos los consideren homínidos; pueden asimilar el uso comprensivo de un vocabulario básico, y se ha experimentado con ellos incluso en un campo tan supuestamente exclusivo del hombre como la composición de obras musicales.


II.

Los bonobos también inspiraron la lúcida humanidad de Peter Gabriel, que les dedicó esto. (De hecho fue gracias a este tema de PG que me enteré de su existencia. El tema no está incluido en sus grabaciones de estudio y sólo hay disponible esta versión en vivo, del DVD "Growing Up").

"Intelligent life is all around us... " (PG)


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