viernes, 25 de mayo de 2012

En alguna discusión, cuando el pulso se le aceleraba y las palabras le quemaban en la lengua, le sucedió más de una vez acabar oyéndose decir cosas que no quería decir. Lo raro es que la fatalidad no ocurría sin anunciarse antes: por unos instantes tenía una especie de aviso, una prefiguración del peligro, veía el abismo delante. Y sin embargo, como si el solo hecho de verlo ya anulara toda posibilidad de resistencia, acababa cayendo en él. ¿Destino?

Pronunciar palabras no deseadas era también experimentar extrañeza al comprobar la independencia entre conciencia y voluntad. Le corrió un escalofrío cuando se imaginó reducido a ser apenas un actor representando papeles escritos para otro. Un instrumento. Un repetidor. 

A su modo reinterpretó lo que algún sabio había afirmado (aunque intuía que ese sabio lo había dicho en un sentido mucho más profundo que el que él le daba ahora):  

No somos nosotros quienes nos expresamos mediante el lenguaje, sino el lenguaje el que se expresa a través de nosotros. 

23 comentarios:

  1. Debemos cuidarnos de la palabra porque nos desnuda al pronunciarla. Dice de nosotros y dice mucho más de lo que pronunciamos porque
    «...cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa» A. Pizarnik
    Un abrazo, Rob

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  2. Entonces... ¿el silencio es salud? Silenzio stampa? Say no more? Qué sabia es su admirada AP.

    Abrazo, Condesa.

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    1. Admiro a Pizarnik justamente por su cuidado de la palabra, que pule hasta lograr un bruñido perfecto.
      Amo las palabras, tal vez por eso me gusta la (buena) poesía donde cada una de ellas debe entonar como una ajustada nota musical.
      Como dice Onetti, "Las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio".
      Un abrazo

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  3. hola rob! si, todos hemos vivido y viviremos situaciones como esa.

    hace poco fui a la muestra de un artista quien mostraba lo que una palabra es escrita en la cuerta dimensión, es decir en vez de mostrarte la palabra así como la estás leyendo ahora te mostraba lo que la rodeaba...no se si es claro pero es sorprendente, es como ver el recorrido que hace el agua después de haber tirdo en una piedra en ella.

    si sale algo que no queremos o pensamos realmente se puede parar ahi mismo, pedir disculpas y decir "eso no es lo que siento realmente!. Otras, es tratar de reparar...

    bue posibilidades hay miles, pero siempre poniendo el corazón como comandante.

    besos

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    1. Muy interesante eso de las dimensiones de la palabra. Comunicar sentimientos puede a veces parecer(me) tarea imposible. Pero por falencias propias, sobre todo.

      Besos.

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  4. No, señor. No.
    Somos dueños de nuestras palabras y nuestros silencios.
    Y a veces no es el lenguaje lo que se expresa a través de nosotros: es la calentura, la urgencia, la ansiedad (que son tan nuestras como las palabras).

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    1. Entiendo tu punto. Dueños, sí. Responsables también. Lo que me pregunto es si soy dueño a conciencia plena, y a gusto.

      Besos.

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  5. Ah, Rob... Yo he dicho cada barbaridad que ud no sabe. :-)

    Pero eso también es uno, la barbaridad, la destemplanza. La vida, creo, no es como muestran las publicidades en la tele, esos desayunos perfectos donde el padre amante acaricia la cabeza de su niño. La vida también es hermosa en su imperfección, en sus excesos, en sus arrepentimientos y vergüenzas. Hay fuerza en lo oscuro.

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    1. Ha imperfecciones hermosas, como Ud. bien dice. Pero otras hacen mucho ruido, empiojan las relaciones... ¡a esas no les veo la gracia!

      Besos, Maia.

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  6. El lenguaje es una herramienta mas, que vamos aprendiendo para poder comunicarnos con el otro, a veces de manera correcta y otras inapropiadas. No creo que el lenguaje se anteponga, solo es un vehículo, por donde nos expresamos. (cargado muchas veces de: arrebatos, sentimientos, dolencias o simplemente para comunicar).

    Un abrazo.

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    1. El tema es que las emociones son mucho más rápidas (y la lengua aun lo es más) que nuestra lucidez. Por supuesto, estoy exagerando, pero a veces el vehículo parece tener vida propia, o sin control.

      Besos. Y saludos a Zimba, que me disculpe el cambio de sexo felino.

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  7. Ah! La gata es Gato y se llama Zimba. Simona, es un personaje que a veces sale a pasear en mi blog.

    :)
    otro abrazo.

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  8. Ese vértigo que se produce en el instante previo a lo que irremediablemente saldrá de nuestras bocas es pura humanidad. Alguna buena puteada a veces no es para arrepentirse. Un abrazo!

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    1. ¡Y cómo! Tus palabras me llevan a ese gran filósofo contemporáneo de filiación riverplatense, el impar Tano Pasman. Plenamente de acuerdo con él.

      Abrazo.

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  9. Rob, tu excelente texto me representa. He perdido tantas veces las riendas y dicho lo que no debía ni quería decir. Algo viene a la mente, sé que no debo decirlo pero me desafío a mí mismo y lo hago. A veces cuando vuelvo mentalmente a situaciones de ese tipo me avergüenzo un poco. Pero hay algo positivo en tanta exteriorización: rara vez le guardo rencor a alguien (o nunca) y eso debe tener que ver con no guardarme nada en el momento de la refriega. Abrazo de cabrón!

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    1. Ud. es peor que yo: se "obliga" a meter la pata. Creo que su amigo Liechtenstein debería dedicar un tema a estas sesudas cuestiones.

      Abrazo.

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  10. Nunca he sido de quedarme callada, de hecho siempre fui medio "culpable" de hablar de lo que sentía entre personas que no lograban poder decirlo.
    Pero siempre, desde que tengo memoria, fui muy cuidadosa en no decir algo realmente hiriente, sabiendo inclusive en dónde más dolería, nunca dije esas palabras. Y a estas alturas sigo de la misma manera. Sin guardarme nada, pero sabiendo qué digo.

    Beso!

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    1. Tu sano equilibrio me da deseos de imitación. Triste que el carácter no se pueda copiar ni cambiar.

      Besos, Axis.

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  11. Hola Rob,
    yo lo llamo no tener filtro. O venir con uno de menos.

    Suele ocurrirme a menudo y lo gracioso es que lo describiste genial: uno sabe que va a meter la gamba hasta el caracú y las fucking palabras salen igual!

    una verdadera calamidad...

    jajaja! ya la verdad me está comenzando a importar poco. Eso me vinocon la "salvajeza"(inventé una palabra, no?) bueno... salvajidad está mejor?

    Baci

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    1. Si no tenés filtro, o está agujereado, entonces lo mejor es que no te importen las consecuencias. Maravillosa "salvajidad". Eso sí, ¡bancarse la que vuelva!

      Baci, Nina.

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    2. Te juro que me la re banco... no me queda otra.
      No tener filtro no es volitivo. (volví a inventar?? ésta me suena..)
      Baci

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  12. Uy, llegué medio tarde... Es que su mar estuvo tan calmo durante un tiempo que me acaba de sorprender (gratamente)este oleaje.
    Comprendo, coincido, me compunjo ante lo que dice. Es así, es así tal cual. Es un instante tan fugaz que no podría medirse, y sin embargo uno lo percibe, casi "ve" materialmente las palabras que está por pronunciar y no debería, y sin embargo...
    A veces lo logro. Y me callo a tiempo. Otras, no: abro la represa (que pude haber cerrado) y adiós. Y otras, peor: logro retener el impulso... un rato. Después, aún en "frío", termino diciéndolo (y arrepintiéndome, en la mayoría de los casos).
    De todas maneras, no sale todo. Soy capaz de evitar lo que puede herir demasiado. Más bien diría que no tengo freno para lo inoportuno...

    Saludos, Rob (y me encanta que haga olas)

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  13. ¿Es la sangre la que bulle y nos nubla el entendimiento? Lo mío es cómodo lugar común, como si fuéramos inocentes y algo ajeno nos obligara. Un fenómeno opuesto también sucede a veces: de tanto cuidar de no herir, no se dicen las cosas que se sienten, y todo se acumula y se pudre dentro. Complicadas criaturas hemos resultado.

    Pero Ud. no se me compunja. Besos.

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