martes, 29 de diciembre de 2009

Espejo

Son muchos los años que ha vivido ese cuerpo. Va cediendo la vivacidad en sus ojos, en sus movimientos, los pasos se acortan, vacilan. También las frases son más cortas, es posible que hasta los mismos pensamientos lo sean.

El tiempo transcurre a otra velocidad. Hay historias que ya fueron mejor contadas antes, ahora son repeticiones abreviadas que se limitan a lo esencial. Cierta tozudez se vuelve evidente.

Nuestra comunicación estuvo construida siempre mucho más en base a silencios que a diálogos; es habitual que algunas cosas no me atreva a preguntárselas, por qué será esto. Y sin embargo tal vez no sea necesario que lo haga, me debería bastar con mirarme en el espejo para saberlas, los años nos van asemejando mucho más de lo que sospechara.

Quizás la vida me lleve por el mismo camino. ¿Quién habrá allí, llegado el tiempo, que me observe y así piense de mí?

jueves, 24 de diciembre de 2009

Disfruto el hit del momento

"Jauchzet, frohlocket, auf, preiset die Tage!"

(Si Ud. lo pide lo hago, venerado Kapellmeister, lo hago.)

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ciencia

Noticiero radial, minutos pasadas las siete de la mañana. Nuestro habitual pronosticador del tiempo nos permite entrever el futuro cercano, vaticinio mediante: lloverá a la tarde.

(El periodista le inquiere a qué hora estima el comienzo del agua. El meteorólogo no es hombre de esquivar desafíos. Su respuesta, como quien hablase del horario de una función de cine, es de lacónica precisión: la lluvia comenzará a las 16:30. Para él, la predicción de estos fenómenos es un oficio sin lugar para el error.)

Tarde del mismo día. Exactamente las 16:31. Comienza a llover.

(En nada empequeñece mi asombro que haya sido apenas un breve chaparrón).

domingo, 20 de diciembre de 2009

Ruidito

Mañana de domingo, la casa en silencio. Café caliente, libro en mano, sillón preferido del living, paradigma de la dicha hogareña...

De pronto, crujir de maderas. Una, dos veces. ¿De dónde, de qué? Seguramente es el piano que ha reacomodado su alma, después de una noche de tranquilo sueño. O quizás fue la pequeña mesa de juegos, ya centenaria. Vaya a saber. Me quedo alerta unos instantes, el incidente no se repite, intento retomar la lectura.

Pero algo ha cambiado. Ya instalado en mí como un virus pérfido, persiste, misterioso, el ruidito.

martes, 15 de diciembre de 2009

Meravigliosa Gianna

Braunschweig en los 80, cualquier domingo a la tarde con G. en el Café Kollontai (por Alexandra Kollontai, la revolucionaria rusa): un punto de encuentro alternativo, de feministas, "emanzen", bohemios diversos, estudiantes. Una estrofa en la pared del baño:

if you want to be a hippie
put a flower on your pipi
if you want to be a wife
cut your pipi with a knife

Y la música que sonaba allí, en medio de la Baja Sajonia, era la de ella, la meravigliosa Gianna, aspecto de chico adolescente, energía punk y voz áspera, generosa, cantando sin dejarse nada guardado, cantándose la vida.

Desde entonces me conmueve. También la Gianna de hoy, versión acústica, extrañamente reposada, igualmente intensa:


Meravigliosa creatura,
sei sola al mondo,
meravigliosa paura
di averti accanto.
Occhi di sole,
mi tremano le parole,
amo la vita meravigliosa.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Dulce mundo

I.

Antes, cuánto tiempo hace, en los bares se acostumbraba servir el azúcar en terroncitos. Yo me entretenía sosteniéndolos al ras de mi café con leche y viendo cómo el líquido rápidamente trepaba, pintando en un instante de marrón los prismas y haciéndolos desaparecer. En aquellos días lo único que bebía caliente era café con leche, endulzado.

En el camino mis gustos han perdido simplicidad, también con respecto a la dulzura. Ahora:

el café negro lo tomo sin azúcar
el cortado. o café con leche, o capuccino, o lágrima: con o sin
el chocolate: sin o con
el té: siempre con (salvo el té verde)
el mate esporádico: siempre, siempre sin azúcar (dulce me repugna)

II.

Desde que leí este párrafo de WG Sebald no puedo evitar pensar en esclavos, magnates y coleccionistas casi cada vez que abro un inocente sobrecito de azúcar:

Fue Cornelis De Jong quien me hizo ver que el origen de muchos museos importantes, como el Mauritshuis de La Haya o la Tate Gallery de Londres, se remonta a fundaciones de dinastías azucareras o de algún modo ligadas al comercio del azúcar. De Jong decía que el capital acumulado de diferentes formas de la economía esclavista en los siglos XVIII y XIX sigue estando en circulación, produce intereses e intereses de los intereses acumulados, aumenta y se multiplica, sin cesar un solo momento de rendir nuevos frutos. Desde siempre, uno de los medios más eficaces para la legitimación de estos fondos ha sido el patrocinio del arte, la compra y la exposición de obras y, como se puede observar hoy en día, el aumento cada vez mayor de los precios que en las grandes subastas continúa ascendiendo de una forma ilimitada, ya casi ridícula, decía De Jong.

(WG Sebald, "Los Anillos de Saturno", Cap. VIII)

martes, 1 de diciembre de 2009

Sungazing

Existe, me entero hace horas, algo llamado sungazing, una filosofía de vida que proclama los beneficios de la contemplación directa del sol. La idea, no me sorprende, proviene en su versión actual de un indio.

La práctica consecuente de mirar el sol cada día unos minutos durante un año nos aseguraría longevidad y salud, aquí lo asombroso, sin necesidad de ingerir (nunca) alimentos sólidos. Agua, te y jugos bastarían para nutrirnos. Casi como si fuésemos vegetales, capaces de fotosintetizar.

El indio, antes de consagrarse a estos asuntos, fue ingeniero mecánico y se dedicó a negocios bastante mundanos. Ahora, con su prédica estelar, tiene seguidores por todo el mundo.

Nada complicado sería probar la validez o falacia del audaz postulado. Pero creer es más fácil.
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