jueves, 30 de julio de 2009

Sangre

Llegué a la noche a casa y vi su valija ya lista, ahí supe que M. estaba regresando a Buenos Aires.

Sentí desencanto por su imprevista partida, y al mismo tiempo, extraño en mí, una especie de orgullo de sangre.

Viéndole esa sonrisa tan suya, imaginé un futuro en el que también un padre pueda, alterando el orden de la herencia genética, adquirir de un hijo sus virtudes.

1 comentario:

  1. Y para agregar un giro a las relaciones generacionales, te digo que sentí una especie de orgullo leyendo tu blog, descubrí en vos un talento que no conocía, y leerte me emociona mucho.

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